Protección y Seguridad entrevistó a expertos conocedores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), quienes nos comentaron acerca de cómo el mundo y Colombia se preparan para enfrentar y poder cumplir con la meta trazada a 2030. De igual forma, hablamos de cómo se encuentra Latinoamérica y de cómo la región toma medidas de acción.
Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad EAN
“Si no desarrollamos los ODS a fondo, el panorama a futuro podría llegar a ser extremadamente preocupante”, Brigitte Baptiste
Los temas ambientales y de sostenibilidad últimamente han tomado fuerza a nivel mundial. Términos como cambio climático, calentamiento global, reciclaje, efecto invernadero, huella de carbón, trabajo decente, fin de la pobreza, equidad de género, consumo responsable y muchos más, ya no solo se hablan en foros y cumbres internacionales, sino que también se han vuelto léxico del diario vivir de los seres humanos. Colombia no ha sido la excepción en entender la realidad que atraviesa el planeta Tierra y no es ajena a la situación que se vive actualmente. Estamos en un punto neurálgico en donde las determinaciones y los comportamientos que adoptemos definirán el futuro de nuestro planeta. Es necesario generar pensamientos y acciones que promuevan el desarrollo sostenible y asimismo implementar nuevas prácticas que fomenten dichas tendencias.
En este sentido, la reconocida bióloga colombiana, experta en temas ambientales y biodiversidad en Colombia, exdirectora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y actual rectora de la Universidad Ean, Brigitte Baptiste, habló con Protección y Seguridad acerca de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nos contó los avances que, según ella, ha tenido Colombia en beneficio de los objetivos y cuáles son las falencias que como país debemos reforzar para que en 2030 cumplamos con las metas propuestas.
“Colombia fue muy activa en la conformación del proceso de los ODS a nivel global, luego adoptó la agenda oficialmente. Planeación Nacional creó un ámbito específico para el desarrollo de los ODS, pero se ha bajado un poco la guardia en vista de la complejidad intersectorial que implica la planeación competitiva que existe entre distintos tipos de objetivos, sobre todo si entendemos el funcionamiento de un estado tan fragmentado como el colombiano”, comentó Baptiste, refiriéndose a cómo ha sido el comportamiento del país en cuanto al compromiso que se debe tener en pro de cumplir los objetivos.
La bióloga considera que, a pesar de los obstáculos que se han presentado y que seguramente seguirán apareciendo a lo largo de estos 10 años, Colombia es un país que va por buen camino, aunque debe trabajar arduamente, ser aún mucho más insistente y fortalecer varios aspectos, algunos como su legislación. “Hay que ser más creativos en los temas de normatividad y de inversión de mutua conveniencia entre sectores. La insostenibilidad genera un círculo vicioso de problemas asociados con el acceso abierto y al manejo de los bienes comunes, nadie toma la iniciativa y el sector ambiental es demasiado débil para imponer transformaciones que se requieren, así que necesitamos un poco más de perspectivas, empezando desde el alto Gobierno. Con esto podremos romper ciertos círculos viciosos. Igualmente, hay que rescatar que hay agendas acordadas entre ambiente-agricultura, ambiente-industria y
ambiente-minería que van progresando y que esperamos den frutos más concretos y prácticos de lo que hasta el momento han dado, pero creo que vamos por buen camino”, agregó Baptiste.
Para la experta es necesario redoblar esfuerzos ya que, si Colombia no se toma en serio los ODS, si no pone metas prácticas y si no los incorpora de manera decidida en todos los aspectos de su planeación, indudablemente va a ir viendo su economía retrasada, va a ir viendo un progresivo empobrecimiento del país, asociado con el deterioro ambiental, con la exposición a los riesgos climáticos y en general con la destrucción ambiental del aparato productivo. Asegura que “la contaminación está acabando con nuestra capacidad de brindar agua potable a las personas, la deforestación está destruyendo los suelos y la confianza en las capacidades de control territorial del gobierno, así que hay muchos factores por los cuales, si no desarrollamos los ODS a fondo, el panorama a futuro podría llegar a ser extremadamente preocupante”.
Por tal razón, la bióloga sugiere que es necesario, con el fin de generar mejores prácticas sostenibles, consolidar una economía circular, aquella que permita optimizar la utilización de los flujos de materia y energía, tomando como base el funcionamiento de los ecosistemas (leer el artículo de página No. 54: Los ODS en el medio ambiente: economía circular).
¿El país está preparado frente a una crisis climática?, ¿qué alternativas se tienen para dicha adaptación?
Con un rotundo no, Brigitte Baptiste es enfática en aseverar que Colombia no está preparada. Asevera que el país “sigue sin entender qué significa el tema de la crisis climática” y agrega que “el sector privado en algunos casos ya tiene escenarios más concretos para su acción, pero en términos de políticas hay muy poca discusión de fondo sobre lo que significa una Colombia adaptada al cambio climático, especialmente en el sector agropecuario, puesto que es un sector muy feudal, muy atrasado. Es un sector que prefiere pelear por el agua a la antigua y no generar institucionalidad; la prueba es la inefectividad de nuestros distritos de riego. Solo hay uno en Colombia que está funcionando de manera sostenible, el de Samacá, los otros 25 o 30 son un caos, donde incluso hay actos de violencia para controlar el acceso al agua. Eso demuestra que no estamos pensando en una cultura de adaptación al cambio climático sino más bien en un sálvese quien pueda”.
Para poder enfrentar una crisis climática, Baptiste es reiterativa en que se necesita un estado mucho más fuerte, que entienda qué significa la gestión ambiental, que entienda qué significa un SINA (Sistema Nacional Ambiental) y que tenga un sistema de gestión ambiental mucho más robusto, con unos lineamientos de política intersectorial. Opina que el Ministerio de Ambiente y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) han hecho una muy buena labor en pro de los ODS, pero que carecen de recursos para poder tener un mejor accionar. “Estamos muy lejos de una meta central a un plan de desarrollo. Incluso diría que, independientemente del quien esté gobernando el país, se debe hacer un plan de desarrollo absolutamente centrado en la adaptación al cambio climático”, explicó.
Reflexiona, además, que la mayor amenaza relacionada con el cambio climático es la destrucción de la funcionalidad ecológica del país. “Estamos deforestando de una manera atroz, estamos erosionando hace 70 años de una manera atroz, estamos contaminando las aguas con mercurio ilegal y con residuos urbanos e industriales de una manera también muy grave. En general estamos muy atrás en regular o recuperar la funcionalidad ecológica que es fundamental para poder tener unos mínimos de resiliencia y de capacidad de respuesta ante el cambio climático”.
Dicho lo anterior, define que hay un riesgo muy alto de “que nos quedemos sin agua, que nos matemos por ella, y, que los temas de alimentación y provisión de materias primas y energía para las ciudades, colapse de una manera muy rápida. La razón del riesgo de colapso no está en las mentes de las personas y uno trata de no ser apocalíptica pero siempre existe la posibilidad de que, en cuestión de dos o tres años, de unas situaciones de sequías acumuladas, de incendios forestales; el PIB se venga al piso y eso se vuelve un círculo vicioso gravísimo. Por ejemplo, yo no sé cómo va a hacer Australia para levantar cabeza (refiriéndose a los incendios que azotaron la isla a finales de enero de 2019 y comienzos de 2020)”.
Por tal motivo, la bióloga cree que el hecho de que Colombia pertenezca a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD), es una ventaja y una gran oportunidad para poder financiar planes y programas que contribuyan a los ODS, pues cataloga a esta institución como “un club de buenas prácticas que, debido a su certificación de procesos y estándares de calidad, le han servido muchísimo al país para revisar procedimientos, protocolos, estándares de reporte y de proceso”. Considera que pertenecer a la OECD ha ayudado a hacer conciencia de muchas limitaciones en las maneras que el país viene haciendo sus políticas con miras al cumplimiento de los ODS. “Es un espacio muy grande para los ODS porque implica medición, monitoreo, calidad de procesos”, continúa.
Recordemos que la OECD es un organismo de cooperación internacional, fundado en 1961 y compuesto por 36 estados, cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales.
El papel de la academia en la sostenibilidad
Desde su rol como rectora de la Universidad Ean, cargo que desempeña desde mediados de 2019, Baptiste nos comentó que la academia debe tener un papel más activo en cuanto a lo que se refiere a sostenibilidad en Colombia. Es consciente de que las discusiones sobre temas ambientales y sostenibilidad han estado teniendo cada vez más fuerza en los últimos años en la educación, pero es enfática en decir que existe una necesidad inmensa de generar pensamiento y acción en función del desarrollo sostenible, así como la búsqueda constante de implementar nuevas prácticas en las regiones.
Declara que el papel pedagógico y de sensibilización a los ciudadanos desde la primera infancia es esencial para una mejor formación en el país. Por eso insiste en la necesidad de generar una revolución educativa para crear conciencia, sentido de pertenencia y conexión vital con el planeta.
Los ODS y el sector privado
La exdirectora del Instituto Humboldt también habló con Protección y Seguridad acerca de cómo el sector privado puede contribuir con el cumplimiento de los ODS. Nos explicó, cuál es para ella, el mayor aporte que las empresas pueden hacer a estas iniciativas.
“Aportar a los ODS definitivamente es una ventaja competitiva y de mercado para las empresas. Empresa que no esté explícitamente en capacidad de explicar su rol dentro de un proceso de construcción de sostenibilidad va a ir siendo desplazada por las que sí lo hagan”, manifestó Baptiste.
Y es que se hace vital unir indicadores concretos de responsabilidad ambiental y mecanismos verificables de aporte a los ODS. Seguramente tanto los gobiernos como los consumidores van a ir seleccionando paulatinamente a las empresas que les parecen más aptas o que estén en mejor capacidad de contribuir a la crisis ambiental; así que lo que se abre ahora es un espacio de sana competencia, en el sentido de innovación, de transparencia, de equidad, como mecanismos de reforma del capitalismo clásico. Para la bióloga “esto nos va a llevar a una economía de mercado mucho más sensible a los temas ambientales y donde quien no sea capaz de garantizar que sus aportes son importantes para el cumplimiento de los ODS, va a ir desapareciendo”.
Asimismo, nos explicó la importancia de lo que significa sostenibilidad para las empresas. Concibe que lo importante en este tema es que las compañías asuman ciertos comportamientos que ayuden a crear un mundo basado en la sostenibilidad. Insiste en que lo que prometan hacer, lo cumplan y lo pongan en práctica de una manera transparente para que se pueda verificar por parte de consumidores y del Gobierno. Por ende, asume que este proceso “va a requerir nuevas alianzas con los gremios, nuevas formas de operar, de comunicar, de invertir en innovación y tecnología, de trabajar en conjunto con grupos de interés, y, que dependerá mucho también del quehacer de cada empresa. Su compromiso puede ir desde ser claros en la compensación de su huella de carbono o en alguna actividad concreta que puede ser distante respecto a su objetivo productivo; lo importante es que su actuar sea honesto”.
Baptiste concluye que, en un futuro corto, habrá empresas que no subsistirán, ya que su producto no será demandado por la sociedad y será visto como un problema. “Va a ser muy difícil que las empresas que transforman polietileno en bolsas tengan alguna posibilidad de seguir existiendo, esas empresas deberían, simplemente, transportar rápidamente su producto final y reinventarse; algunas podrán hacer énfasis en la equidad, en la justicia ambiental, en inversiones que suman ciertos pasivos, ciertas causas, otras en la ecoeficiencia, en la efectividad de sus procesos productivos, en los efectos indirectos sobre la cultura ciudadana. Creo que aún hay un espacio muy grande para la innovación en ese sentido, para que cada uno interprete y proponga”, finalizó.